No es la falta de talento lo que mantiene a las mujeres alejadas de la ciencia, sino los estereotipos y mala información científica






Por: Daphne Leprince Ringuet
Traducción: en solidaridad de Gilma Andrade Moncayo

En las escuelas se ha demostrado que las chicas son igualmente capaces en materias como matemáticas, física, tecnología e ingeniería, pero son reticentes a elegirlas como carrera.  Esto está conectado con la falta de confianza en sí mismas en estas materias.  Apenas estamos comenzado a abordar este problema.

En 1990, la primatologa Amy Parish escribió su disertación sobre el comportamiento socio-sexual de hembras bonobos.  La teoría de Parish es que los bonobos actúan en estructuras de tipo matriarcal, desafiando así la teoría evolutiva tradicional que sostiene que nuestros primeros ancestros siempre habían existido en condiciones de dominación masculina. Esto contradice las afirmaciones de Darwin, que sostenía que la inequidad de género está ligada a diferencias biológicas que hace que las mujeres sean menos inteligentes.  De esta manera, Amy Parish se ha convertido en la pionera del Darwinismo Feminista.
El hecho de que los científicos que estudian la evolución de las especies hayan ignorado consistentemente el significado del comportamiento animal femenino hasta 1990, refleja el hecho de que la ciencia es un campo altamente dominado por hombres.  Treinta años más tarde, las cosas no han cambiado mucho.
El Institute for Fiscal Studies (IFS) en su último reporte, muestra que en los primeros años del colegio, las estudiantes se desempeñan de manera similar a los chicos en disciplinas como ciencia, tecnología, ingeniería  y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés).  Sin embargo, cuando les toca elegir una especialidad que en Inglaterra se llama nivel A, las estudiantes evitan elegir estas asignaturas. En 2010, solamente el 13.2 por ciento de las chicas que obtuvieron los grados más altos (A y A*) eligieron seguir el nivel A en física, comparado con el 40 por ciento de los chicos que si tomaron estas opciones.



En suma, las estudiantes si pueden desempeñarse tan bien como los estudiantes varones en los laboratorios de ciencias o materias STEM pero se inhiben de elegir carreras relacionadas con las ciencias. De acuerdo a este reporte, esto se debe a la insatisfacción que sienten las estudiantes con la calidad de la enseñanza, la falta de confianza en sí mismas y con la poca representación femenina en materias relacionadas con la ciencia y la tecnología.
Para Athene Donald, profesora de Física Experimental en la Universidad de Cambridge, y que fue elegida a para formar parte de la Royal Society por sus innovadoras contribuciones en el campo de la física, esto tiene que ver con estereotipos culturales enraizados que desmotivan a las chicas desde que son muy pequeñas.

“Es una suerte de prejuicio inconsciente que viene de la sociedad”, dice. “ ¿Cuantas astronautas mujeres se muestran en los medios? Las chicas reciben este mensaje, y creen que las ciencias no son para ellas. Este mensaje se transmite y se alimenta prácticamente desde el nacimiento.  Los profesores y sus compañeros no hacen posible imaginar un futuro en ninguna de esas carreras. Incluso si eres muy capaz, terminas pensando, ‘eso no es para mí’”
La idea de que hay “materias de chicas” y “materias de chicos” se remonta a muchos siglos atrás y se convirtió en parte del debate científico con el surgimiento del Darwinismo.  La Neurociencia esta fascinada por la pregunta de si hombres y mujeres piensan de manera diferente.  Recientemente, el controversial libro de Simon-Baron-Cohen “The Essential Difference” sostiene que los cerebros masculinos están diseñados para construir sistemas, mientras que los cerebros femeninos están hechos para sentir empatía.  

Angela Saini, una periodista que se especializa en temas científicos, escribió un análisis a profundidad sobre una investigación llamada “Inferior: How Science Got Women Wrong”. Ella sostiene que los cerebros vienen en dos formas diferentes determinadas por el sexo. De acuerdo a Saini, las diferencias psicológicas (diferencias en razonamiento matemático, conciencia espacial y rendimiento en los exámenes) entre hombres y mujeres son mínimas o extremadamente pequeñas. Estas suceden solamente a nivel individual y no pueden ser extrapoladas o extenderse a todo un género.  Las diferencias son medidas en estándares de desviación.  Mientras el promedio de desviación de altura entre hombres y mujeres en el Reino Unido es de dos, por ejemplo, la autora explica que el estándar de desviación en diferencias psicológicas es solamente una fracción de uno.

“Hay investigación científica que contradice esto. Algunos estudiantes muestran pequeñas diferencias psicológicas y a partir de ahí se extrapolan los resultados” dice Saini. “Aquellos estudios muestran el evidente error o parcialización. Lo que muestran las investigaciones es que la inequidad de género que vemos en la sociedad, no coincide con las diferencias psicológicas entre hombres y mujeres, que vemos en los estudios”
Para Saini, esta es la razón porque la que no deberíamos sorprendernos que las chicas y los chicos se desempeñen de manera similar en materias como matemáticas, ciencia, tecnología e ingeniería durante los primeros años del colegio. Pero a partir de ahí, al momento de elegir especializaciones, las chicas tienden a tomar decisiones estratégicas que les alejan de las carreras científicas porque al estar dominadas por hombres, estas carreras parecen más complicadas. Es un caso claro de lo que se llamada el Síndrome del Impostor: una mujer científica siente más presión para desempeñarse mejor y demostrar su legitimidad.
“Cuando estas sub-representada, inevitablemente te colocas como centro de atención y a partir de ahí la gente tiende a esperar más y tener altas expectativas”, Saini sostiene “esto no está bien, no es bueno. Yo me mantengo y todavía sigo, pero entiendo perfectamente porque las chicas no toman esta opción”.

Para Donald, otro factor en juego, es que el sistema Británico de educación no está estructurado como para fortalecer el autoestima  y construir la confianza que permita que las chicas escojan carreras científicas. El sistema funciona así: los estudiantes tienen derecho de elegir tres materias para la  especialidad, lo que se llama nivel A. Este es el sistema más restrictivo en Europa para la franja de edad entre los 16- 18 años. Como consecuencia, los estudiantes son categorizados como “más artísticos”  o “más científicos”.
En otros países, la brecha puede ser más estrecha porque las opciones académicas incluyen una variedad de disciplinas como historia, geografía o filosofía. En 2015, en Francia, el 31 por ciento de las chicas estudio un Baccalaureate científico, comparado con el 38 por ciento de los chicos.
“Tienes que hacer tus elecciones para nivel A,  cuando estas en plena adolescencia que es un una edad en la que tienes crisis terribles de autoconfianza” dice Donald “te toca optar o por ciencias o por artes. Entonces las chicas que se sienten un poquito inseguras sobre sus habilidades para seguir materias relacionadas con las ciencias, tienden a renunciar a las ciencias completamente”
Aunque ella ha perseverado, Donald reconoce que no todas las chicas de 14 años tienen el apoyo suficiente como para fortalecer la confianza en sí mismas,  en ese momento. Ella cree que ese apoyo debe encontrarse en el sistema educativo. En 2015, en un discurso inaugural que hizo para la British Science Association, dijo: “las estadísticas sugieren que solo alrededor del 5 por ciento de los profesores de escuela primaria tienen algún nivel de calificaciones académicas para enseñar ciencias. Si una escuela no tiene ni un solo profesor de ciencias en su planta docente, no habrá nadie con quien conversar o intercambiar ideas sobre ciencias.  Definitivamente los niños y niñas de las escuelas no tienen un buen comienzo para explorar el mundo que les rodea”
Jess Wade, una científica del Imperial College London, cree que la clave para mejorar la diversidad genérica en las ciencias, radica en repensar nuestro acercamiento al tema. El error más grande que hemos hecho hasta ahora, dice, es pensar que las chicas necesitan inspiración para seguir carreras científicas.

A pesar de que muchos programas educativos se han enfocado en atraer el interés de las chicas en carreras científicas, la realidad es que tal como muestra el reporte IFS, las chicas ya están tremendamente inspiradas e ilusionadas para estudiar materias como matemáticas, tecnología, física e ingeniería –solamente les falta el autoconfianza necesaria para elegir estas carreras para el resto de sus vidas.
“Hemos estado haciendo cosas que se ven muy bien para las compañías y organizaciones que lo están haciendo” dice Wade, “pero yo creo que sería ingenuo pensar que se trata solamente de decirles a las chicas que las carreras en ciencias y tecnología son fantásticas e inspiradoras” .Ella sostiene que se necesitan inversiones a largo plazo en la gente joven. “Las chicas necesitan tener una persona de referencia a quien acudir para que les aconseje como y cuando aplicar para experiencias laborales, como escribir una carta de presentación o cuales son los pasos para elegir una carrera como investigadora científica”.

La confianza tiende a aumentar cuando hay soluciones prácticas, continúa Wade, además de enseñarles a las chicas de donde vienen los estereotipos de género. Ayudarlas a entender que los prejuicios inconscientes son solo eso: prejuicios.  Mostrarles que hay información que prueba que ellas no tienen por qué sentirse inferiores a los chicos en su habilidad de estudiar materias como nano-metrología o fluidos complejos o biología y que no hay ninguna razón como para no tomar clases de ciencias como especialidad en los colegios.
Cambiar las mentalidades es un proceso largo que, en este caso, está todavía en sus primeras etapas. A pesar de que hay muchas organizaciones como TechSheCan tratando de expandir el mensaje de que cualquier carrera está abierta a todo el mundo, ellos son considerados todavía una excepción.
“TechSheCan hace un trabajo fantástico al mostrar a las chicas jóvenes ejemplos de la vida real en donde las mujeres han tenido carreras exitosas en tecnología” dice Donald. “Pero todavía va a tomar un tiempo para cambiar esta narrativa. Alguna gente está increíblemente atada a los estereotipos porque de alguna manera superarlos implica momentos y niveles de inestabilidad”

Todavía no hemos sido testigos de que la comunidad científica de la bienvenida a las mujeres, sin embargo, el camino está hecho aunque sea largo. Y esto es algo que la investigación de Amy Parish ha demostrado, y es que si no incluye a las mujeres, es la investigación científica la que tiene mucho que perder.


Artículo original en inglés: https://www.wired.co.uk/article/girls-women-stem-gcse-a-levels

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