Por Claudia Segovia
El otro día llegó a mis manos un
artículo de la revista Science escrito por una compañera de la Universidad de
Florida, Anya Brown, con quién compartimos en el grupo de Mujeres en Ciencia de
la Universidad UF-WISE. El artículo se centra en la importancia de generar
espacios para la discusión, crear un ambiente de comunidad, y cómo ella con
otras mujeres activaron el grupo WiSci en la Universidad de Georgia, USA. Al
leerlo no pude evitar pensar en nuestra comunidad, la RED ECUATORIANA DE
MUJERES CIENTÍFICAS: REMCI, un grupo de mujeres en ciencia que trata de visualizar
nuestro trabajo en los diferentes aspectos de la investigación, pero al mismo
tiempo crear una comunidad de apoyo, aprendizaje e intercambio.
En nuestro país se mantienen las
tendencias mundiales: altos niveles de violencia doméstica, machismo, fuertes
estereotipos relacionados con los roles de género, bajos porcentajes de mujeres
en puestos de decisión, entre otros. Parámetros que también se ven reflejados
en la academia, y en la investigación. La mayoría de las mujeres pertenecientes
a esta red trabajan en la academia, muchas de ellas recién llegadas de sus estudios de posgrados con una visión
diferente y conscientes de los cambios que se deben realizar en nuestra
sociedad. Pero al no tener una comunidad que las respalde y entienda gran parte de
su motivación se desvanece con el tiempo. De ahí, el rol fundamental de este
tipo de agrupaciones en especial entre mujeres, ya que culturalmente no se propicia un espacio de
mujeres para mujeres que incentive el diálogo, aprendizaje y apoyo en temas académicos.
Trabajar en ciencia en un país en
desarrollo no es fácil, y es mucho más desafiante cuando de antemano no esperan tu
presencia ni experticia en el campo científico, ya sea ciencias naturales, sociales, o técnicas.
Las mujeres en ciencia enfrentamos retos muchas veces difíciles de
comprender para otras personas que no están inmersas en el área académica o
científica: gran carga administrativa, menos tiempo dedicado a la
investigación, menos oportunidades de entrenamiento, y en algunos casos
inestabilidad laboral. La falta de
apoyo y empatía genera mucha frustración y en algunos casos aislamiento. Por esto que necesitamos crear esta comunidad por y para las mujeres de ciencia de hoy, pero principalmente por las que nos seguirán en
el camino.
En estos pocos meses de creación
hemos visto como las investigadoras a lo largo del país se han empoderado de su
posición y han empezado a generar actividades en cada una de sus universidades,
que no solamente ha puesto en el tapete de discusión el rol de la mujer en la
ciencia en el Ecuador, sino que ha permitido conocernos, ayudarnos y apoyarnos.
El uso de las redes sociales nos ha facilitado la comunicación, y el
intercambio enriqueciendo nuestra comunidad que va creciendo poco a poco. Esta red trata de reclutar a mujeres en
ciencia empezando su carrera y también aquellas que han logrado salir adelante
en un ambiente dominado por hombres, y así lograr un intercambio de
perspectivas, ideas y experiencias sobre el hecho de ser mujeres en ciencia en
un país con cultura predominantemente machista.
Si bien es una red naciente que
tiene mucho por recorrer, solo el hecho de su existencia ha motivado la
generación de grupos locales en cada de las universidades y politécnicas del Ecuador: esto es un
resultado ya alentador. Definitivamente estamos por buen camino, y este proceso
que se ha iniciado es una necesidad en varios países del mundo. ¡Bienvenidas a nuestra comunidad!