Por Elizabeth Ochoa, PhD (c), Ximena Palomeque, PhD.
El pasado 3 de febrero de 2017 se realizó el primer encuentro de mujeres que hacemos ciencia, una agenda con varios objetivos fue cumplida durante la jornada de trabajo, la misma que se enmarcó en las celebraciones del 11 de febrero por el día internacional de la mujer y la niña en la ciencia declarado por las Naciones Unidas. Además fue el primer evento dentro una serie de actos que se viene realizando en el marco de la conformación de la Red Ecuatoriana de Mujeres Científicas, recientemente creado en el 2016.
En el
evento se contó con la participación de 43 mujeres de varias facultades de la
Universidad. En la inauguración se contó con la presencia de la Dra. Catalina
León, Vicerrectora de la Universidad de Cuenca y Dra. Adriana Orellana, representante de la Dirección de Investigación de la
Universidad (DICU) y la Dra. María Elena Cazar, como representante de la Red de
Mujeres Científicas – Capítulo U. de Cuenca, quien intervino mostrando estadísticas
del rol de la mujer en la ciencia en un contexto, internacional, regional y
local. Asimismo nueve investigadoras, entre las cuáles unas han iniciado
recientemente su carrera científica y otras con una mayor trayectoria, compartieron
sus experiencias personales de camino andado en ciencia y expusieron sus
percepciones actuales del rol de la mujer en la generación de conocimiento.
Los
resultados del encuentro fueron:
1) la conformación de un grupo de mujeres en
la ciencia que cumple un rol importante en el desarrollo de la diferentes áreas
del conocimiento,
2) la elaboración de una agenda de trabajo para el 2017 donde
las meta son visibilizar el trabajo de las mujeres en ciencia y motivar o
incentivar a otras mujeres (estudiantes) en la carrera científica dentro de la
Universidad, y
3) construir un camino de comunicación con las autoridades de la
Universidad para mejorar las condiciones de trabajo de madres científicas.
En conclusión el I Encuentro de Mujeres Científicas de la Universidad de
Cuenca, fue muy inspirador y alentador. Esperamos ser un grupo de mujeres
mentoras de jóvenes estudiantes que buscan y miran a la ciencia como una opción
en sus profesiones.
A continuación les compartimos el inspirador discurso que la Dra. María
Augusta Vintimilla, quien compartió su experiencia como científica en las
Ciencias Sociales.
¿Quién soy?
Confieso que cuando recibí la invitación para este encuentro, mi primera
reacción fue de desconcierto: “Pero si yo no soy una científica.” Muy
bien, entonces ¿quién soy? Intento responder. (Soy una mujer que cumplió
60 años hace poco, así que ya debería saberlo).
Estudié literatura en el pregrado, en la maestría y en el doctorado; he
participado en al menos 5 proyectos de investigación, siempre sobre temas
relacionados con la literatura y la cultura. He publicado aproximadamente unos
30 artículos en diversas revistas; y 4 libros, dos de ellos como coautora. Soy
profesora de teoría y crítica literaria y de historia de la literatura en la
Facultad de Filosofía; he sido directora de carrera, directora del departamento
de investigación y postgrados, directora de dos maestrías (una en Estudios
Latinoamericanos y otra en Antropología de lo contemporáneo), y decana de la
Facultad. ¿Por qué entonces ese desconcierto inicial? Quizá no tenga que ver con
quién soy, sino con lo que hago.
¿Qué hago?
En mis trabajos de investigación, en mis publicaciones, en mis clases,
intento entender, a través de la literatura, cómo se han ido configurando
nuestras identidades individuales y colectivas, nuestras subjetividades
plurales y cambiantes, los perfiles culturales que imprimen su marca en cómo
vivimos nuestra existencia cotidiana los ecuatorianos, los latinoamericanos,
los andinos. Y es que más allá de las abstracciones del Estado y del Mercado,
está la existencia concreta de los hombres y mujeres en su cotidianidad. Creo
que la literatura nos habla de eso: de nuestros modos de estar en el mundo, de
pensar, de sentir, de desear. De la rabia, de la celebración, del miedo, de la
esperanza. De cómo habitamos nuestras ciudades y nuestros cuerpos, de cómo
construimos nuestra memoria histórica, de cómo nos relacionamos con los
entramados del poder, con los dioses, con los otros. ¿Es esto ciencia?
Creo que la palabra ciencia es intimidante, porque implica una
categorización y una jerarquización que hemos terminado por aceptar como
“verdadera” y “natural”. La ciencia es sinónimo de una determinada forma
de conocimiento que cumple con ciertas normas institucionalizadas, configuradas
casi siempre a partir de las llamadas ciencias duras: la física, la química,
las matemáticas, la biología… Los saberes que se apartan de esta formalización,
no solo quedan fuera del territorio de lo científico, sino que su valoración
social e institucional es incomparablemente inferior. Mientras que la utilidad
de las ciencias duras se presupone de antemano, se asume como un hecho, las
ciencias sociales - y aún más las humanidades-, están continuamente obligadas a
demostrar su legitimidad y a argumentar sobre su valor. Y es muy difícil
debilitar ese prejuicio, aun en instituciones teóricamente más abiertas como la
Universidad.
¿Tiene esto que ver con mi percepción sobre el lugar de las mujeres en
la ciencia?
Sí. Porque se trata del cuestionamiento a una institucionalidad que
clasifica y jerarquiza, que señala lugares y exclusiones, que asigna prestigios
y deslegitimaciones. Los saberes de las mujeres siempre estuvieron bajo
sospecha: cito solo como ejemplo esa antigua asociación entre su conocimiento
de las propiedades curativas de las plantas con la brujería. Una mujer que
sabe, y que usa ese saber, es una bruja. Hoy son los techos de cristal, los
sesgos de los evaluadores, la indiferencia de las autoridades, los secretos
prejuicios de las instituciones. Son menos explícitos, pero quizá por eso mismo
más peligrosos: desalientan a las mujeres desde muy niñas a elegir carreras
científicas, invisibilizan sus aportes, relativizan sus capacidades, desconfían
de sus resultados. Hay avances, pero hay que potenciarlos y volverlos visibles,
que sirvan para mostrar caminos posibles a otras mujeres. Yo creo que este
encuentro es un importante paso en esa dirección.